Juana l de Castilla, La loca
La tercera hija de los Reyes Católicos, después de Isabel (1471) y de Juan (1478), vino al mundo el mismo año en que su padre, por muerte del rey Juan II, se convertía en el rey de Aragón.
Su educación fue la propia de la Corte de Isabel la Católica, con humanistas de la talla de Lucio Marineo Sículo, de los hermanos Antonio y Alejandro Geraldini y, sobre todo, de Pedro Mártir de Anglería. En su niñez fue testigo de grandes acontecimientos: en enero de 1492, del final de la Reconquista, con la toma de Granada; y un año después asistió en Barcelona a la llegada de Cristóbal Colón con la noticia del descubrimiento de América. Pero también conoció en la vida familiar los celos de su madre Isabel, provocados por las infidelidades del rey Fernando.
La pasión de Juana por Felipe llegó a tales extremos que alarmó a su marido; el cual, por otra parte, no abandonó sus otros contactos amorosos, provocando furiosos arrebatos de celos de la infanta de España.
Eso, unido a lo pronto que Juana se vio desarraigada, tanto de su tierra natal como de sus lazos familiares, explican que poco a poco fuera cayendo en un estado de depresión, con altibajos que tan pronto le llevaban a nuevos arrebatos amorosos con Felipe el Hermoso, como a peleas conyugales que el archiduque cortaría de un modo brusco: encerrando a Juana en sus habitaciones de palacio.
Los Reyes Católicos llamaron a los archiduques, pero Felipe el Hermoso aplazó el viaje hasta finales de 1501. Pese al impresionante futuro que le aguardaba en España, Felipe el Hermoso abrevió su estancia, regresando a los Países Bajos en diciembre de ese año, antes incluso de las Navidades, sin atender a los ruegos de Juana. Juana llevó muy mal aquella separación, dando los primeros signos de desequilibrio mental. Isabel la Católica había ordenado su estancia en el castillo de la Mota; pero Juana lo tomó como un confinamiento forzoso.
Y en cuanto dio a luz a su nuevo hijo, Fernando, en Alcalá de Henares, el 10 de marzo de 1503, fue tal su desesperación por verse apartada de su marido, que Isabel la Católica acabó dejándola regresar a los Países Bajos. Fue en ese peregrinar por la meseta castellana cuando hubo de detenerse en Torquemada para dar a luz a su última hija, Catalina, que sería su única compañera durante dieciocho años.
La muerte de Fernando el Católico en 1516 y la segunda regencia de Cisneros no trajeron ninguna novedad para la Reina. El 4 de noviembre de 1517 fue visitada por sus hijos mayores Carlos y Leonor, acompañados por su consejero Guillermo de Croy, señor de Chièvres; una entrevista formularia, pero en la que Carlos obtuvo de su madre la conformidad para que gobernara en su nombre; de hecho, Carlos ya se había hecho titular Rey de los reinos de España, eso sí, manteniendo a su madre con los mismos títulos, novedad insólita, pero que evitó a Carlos la odiosa imagen de presentarse como el hijo que incapacitaba a su madre.
Ese confinamiento en Tordesillas, duro y hasta cruel en los primeros años, se suavizó después por el cambio de gobernador de la villa. Y el propio Emperador lo hizo así, aumentando las visitas a su madre, y nunca por unas horas, sino pasando con ella varios días. En 1524 estuvo en Tordesillas más de un mes. Pero la más emotiva de sus estancias fue la de las Navidades de 1536, que el Emperador decidió pasar con su madre, acompañado de toda la Familia Imperial, su esposa la emperatriz Isabel y los tres hijos Felipe, María y Juana. También la emperatriz Isabel, en sus años de regente de España, por las ausencias de Carlos V, visitó en más de una ocasión a la Reina cautiva; pero la visita que más emocionó a Juana fue la que recibió en 1543, cuando acudieron a verla sus nietos recién casados, Felipe y María
Aparecieron las primeras alucinaciones. Tanto que, y conforme a la mentalidad de la época, se la tuvo por embrujada y hasta por sospechosa en cosas de la fe. En 1554 Felipe II, como príncipe regente por la ausencia de Carlos V, ordenó que la visitara san Francisco de Borja, que supo consolarla en sus últimos días. Finalmente murió en su confinamiento de Tordesillas. Era el viernes 12 de abril de 1555.
Título: Burgos. Vistas de ciudades. 1659
Fuente: IGN
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